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10 ANOS DEL TRIUNFO SOBRE EL DREAM TEAM. CONTAME TODO...
El recuerdo de Sánchez, Ginóbili, Montecchia, Oberto, Victoriano, Fernández, Sconochini, Scola, Gutiérrez, Nocioni, Palladino, Wolkowyski y Magnano a diez años del histórico partido con Estados Unidos ...
El equipo argentino que hizo historia en Indianápolis.
 
El recuerdo de Sánchez, Ginóbili, Montecchia, Oberto, Victoriano, Fernández, Sconochini, Scola, Gutiérrez, Nocioni, Palladino, Wolkowyski y Magnano a diez años del histórico partido con Estados Unidos en Indianápolis.

 

PEPE SANCHEZ

Siempre me acuerdo de ese partido en Indianápolis. Inicialmente entramos a jugarlo con la intención de disfrutar porque nuestra mente estaba puesta en los cuartos de final. No queríamos desenfocarnos del objetivo que nos habíamos planteado en el Mundial, pero jugamos un partido sensacional y nos encontramos con una victoria histórica, que cambió el paradigma del básquet mundial de ese entonces.

Durante los 40 minutos esperamos la reacción de ellos. Sabía que se iba a poner muy difícil, incluso faltando muy poco y teniendo una gran ventaja. Ellos se nos acercaban… No lo pude asimilar hasta el final del partido. Me acuerdo que festejamos con la gente que estaba en la cancha. Y después fuimos a un parking que estaba frente al estadio. Todos saltábamos y nos abrazábamos. Una locura. En muchos aspectos ese partido nos cambiaba la vida. Nos dio la confianza que luego se tradujo en un oro olímpico.

MANU GINOBILI

Se me vienen a la cabeza un montón de cosas de ese partido pero recuerdo la sensación de estar logrando algo único. Derribando un mito. Luis dice que él siempre creyó que le podíamos ganar, aunque en mi caso estaba un poco más escéptico y sólo garantizaba una cosa: que íbamos a rompernos el alma. No quería pecar de iluso. Sin embargo, cuando en un momento le sacamos 14 puntos, puse un freno y me dije para adentro: “Los tenemos”. El equipo jugaba cada vez mejor. Y ellos estaban mal…

Me acuerdo que con Pepe cruzamos miradas en un tiro libre. Con un toque de incredulidad me dijo algo así como: "¡Lo ganamos Narigón! ¡Ya está! ¡Les ganamos!". De los festejos no recuerdo mucho. Pero sí tengo en mente que demasiado no celebramos porque al otro día se jugaba el partido con Brasil por los cuartos de final. Después de haber logrado algo histórico no era cuestión de desperdiciar la chance de seguir avanzando en el Mundial.

ALEJANDRO MONTECCHIA
 
Fue un partido inolvidable. Me acuerdo que en la previa le decíamos a Manu que se iba a comer 30 puntos de Paul Pierce, como un método para relajar y no sentir tanto los nervios. Rubén nos había puesto en la cabeza que podíamos ganar, porque el equipo estaba en su mejor momento y volaba en la cancha. Otro detalle que recuerdo es que en la entrada en calor me enfocó la TV estadounidense, me acerqué a la cámara y tiré en inglés: “Hoy vamos a hacer historia”.

Creo que los sorprendimos. Ellos no esperaban un rival con semejante actitud. Y lo pagaron caro. Nosotros no perdimos la línea. No tuvimos miedo a ganar. Faltando 30 segundos me di cuenta que ya no se nos escapaba. Ahí empezaron a saltar los suplentes. Vi a Rubén con una cara de felicidad impresionante. Luego se desataron los festejos con la gente y después la seguimos en el vestuario. Lo mejor fue cuando llegamos al hall del hotel porque de repente nos empezaron a aplaudir todos los demás jugadores de las otras selecciones hospedadas ahí. Fue un momento inolvidable para mí. Estaban todos felices por lo que habíamos conseguido.

FABRICIO OBERTO

Le sacamos la palabra imposible a Estados Unidos. Hasta ese día se los veía como unos monstruos que tenían zapatillas para volar, pero jugamos al máximo de nuestro rendimiento y nunca perdimos la calma. En la charla previa hablamos del respeto a un equipo de esas condiciones. El tema era medirnos con ellos. Jugarles físico todo el tiempo sabiendo que en algún momento iban a reaccionar. Antes de salir a la cancha, Rubén designó las marcas y a mí me mandó con O'Neal. La pregunta entre nosotros era: "¿A quién le toca el más fácil?". 

Yo había enfrentado a los NBA en el 96, cuando entrabas a sacarte fotos y tratabas de agarrar hasta la muñequera. A ese Mundial llegamos en un gran momento, tuvimos la mentalidad ideal y nos preparamos de manera espectacular, pero no lo pudimos disfrutar tanto porque en la final con Yugoslavia cometimos errores de novatos. Igual recuerdo que después del partido con Estados Unidos empezaron a hablar de básquet en todos lados. Nos pasó a otra categoría y nos abrió una puerta de respeto.

LUCAS VICTORIANO

Recuerdo aquel día de manera especial por cómo preparamos nuestras cabezas para jugar ese partido. La charla de Rubén motivaba más a un grupo con un hambre terrible de gloria. Llegamos al partido como siempre, escuchando Bersuit, tuvimos una reunión previa muy emotiva y salimos al pasillo antes de la entrada a la cancha. Ahí comenzó la batalla con las miradas de un equipo a otro y se agigantó en el momento del tradicional baile de ellos, porque nosotros respondimos cantando más que nunca. Nos movimos al ritmo de "esta es la banda de Argentina" para contestarles.

En el partido tuve la sensación de estar viviendo algo inesperado pero preparado. Nosotros queríamos jugar sin complejos, les sacamos diez puntos y seguimos tranquilos, sabiendo siempre cuál era el objetivo. Fue un disfrute total. Faltando cinco minutos para el final, aún cagado por si se venía la reacción, nos miramos en el banco y comentamos entre nosotros: "Esto es histórico". Vimos su impotencia. Tengo la imagen del gran Nowitzki aplaudiendo cuando llegamos al hotel. Y también recuerdo la naturalidad con la que lo tomamos en la charla después de comer: "Esto no es nada. Vamos por más. Estuvo bueno pero no ganamos nada". Ese era el espíritu del equipo. Por eso está bañado en oro.

GABRIEL FERNANDEZ

Antes del partido pensábamos que se les podía ganar, porque jugábamos muy bien en equipo y estábamos en un gran momento. Iba a ser difícil pero nos faltaba un pasito. Nosotros siempre tuvimos mentalidad ganadora. Lo tomamos como un partido más. Lo importante fue que pensamos en cómo conseguirlo. Buscamos jugar despacio. No dejarlos correr. Ellos se confundían con la zona y no respondían bien. Tomamos confianza con los minutos.

Recuerdo la recepción de los otros equipos cuando volvimos al hotel después de la victoria. Fue algo impresionante por la rivalidad que siempre existe entre todos. Ese día nos aplaudieron… También me quiero acordar de Guillermo Vecchio: cuando empezaba a dirigirnos en la Selección siempre nos aseguraba que algún día se le iba a ganar a Estados Unidos. Rubén Magnano era uno de sus asistentes en esa época. Esa mentalidad se transmitió entre ellos y después nos llegó a nosotros.

HUGO SCONOCHINI

La victoria sobre el dominador absoluto de nuestro deporte fue una obra de arte. Nace porque el gran Rubén Magnano supo encontrar la llave maestra para hacer funcionar la Ferrari a la máxima velocidad. Ese equipo brillaba con luz propia, tenía jugadores espectaculares y siempre quería más. En aquel partido de Indianápolis había muchas posibilidades de conseguir un resultado positivo por el karma de ese grupo fantástico. Yo los quiero como amigos. Los llevo siempre en una parte de mi corazón.

Recuerdo la vuelta al hotel después del partido, con todas las selecciones aplaudiendo el triunfo y reconociendo nuestro trabajo. Fuimos los primeros en demostrar que se podía jugar contra los mejores del mundo, marcamos el camino y entramos en la historia grande. Yo sólo quiero agradecer porque me aceptaron en ese grupo sin objetar nada. Mi generación era otra... Y me enseñaron la definición de "hermanos de camiseta" cada vez que salimos a la cancha. 

LUIS SCOLA

Nosotros fuimos al Mundial con el objetivo de buscar una medalla. No a ganarle a Estados Unidos... El equipo llegó muy bien al torneo y en todos los partidos jugó un gran básquet. Ese día especialmente estuvimos todos en un nivel altísimo. Hicimos un trabajo perfecto para poder conseguir un resultado impactante para el mundo del básquet. Ese partido iba a cambiar la historia del deporte.

Reconozco que tuve un miedo bárbaro hasta el final. Pensaba que en cualquier momento iban a darnos vuelta el partido. Vi los últimos minutos desde el banco con los otros chicos. Y costaba quedarse sentado. Faltando 30 segundos todos nos abrazamos, empezamos a saltar y nos pudimos a cantar. Después nos dimos cuenta de que ganarle a Estados Unidos no iba a servir de nada si el equipo no pasaba el cruce de cuartos contra Brasil. 

LEO GUTIERREZ

El planteo táctico que hizo Rubén fue espectacular. Nos dio el último empujón. Todos lo cumplieron a la perfección y jugaron con una soltura increíble. Recuerdo a Palladino saliendo a tirar de tres con doble cortina. También las bandejas de Luis después del pick and roll con Pepe, una jugada sencilla que salió siempre y complicó mucho a ellos. Salimos con la cabeza preparada para hacerles partido. Nadie se iba a sacar fotos como había pasado en otras ocasiones. Fue uno de los mejores partidos que jugamos en todos los torneos.

Estados Unidos era un equipo con grandes jugadores pero haciendo todo perfecto había chances de ganarle. Faltando cinco minutos nos miramos con Lucas en el banco porque no lo podíamos creer, manejamos el partido a nuestro gusto y nunca perdimos la tranquilidad, aunque ellos se acercaron un par de veces. Fuimos los únicos dos que no entramos, pero apoyamos a los chicos y gritamos como locos. Cuando ganamos, no sabíamos cómo festejar, los hinchas lloraban y todos nos saludaban. Recuerdo al Puma Montecchia saltando. Una fiesta.  

ANDRES NOCIONI

Hasta ese momento uno jugaba para sacarse fotos con el Dream Team, pero nosotros se lo planteamos de igual a igual y así logramos un triunfo impensado. Fue un resultado histórico para el deporte en general. Tuvimos toda la ilusión del mundo y salimos muy relajados a la cancha, aunque realmente no pensábamos que podíamos conseguirlo. Además era un partido fundamental para seguir avanzando en el Mundial. Nos propusimos ganarle a Estados Unidos para no cruzarnos con Yugoslavia.

Yo pensaba que ellos iban a hacer una remontada que nos complicara la historia. Pero nos fuimos dando cuenta de que nosotros nos sentíamos mucho mejor, que éramos más sólidos y jugábamos más fuerte. Ya en el tercer cuarto vimos que estaba dado para ganarlo. Los sorprendimos jugando flex en todo momento. El sistema más antiguo del básquet... Después tuvimos una recepción impresionante en el hotel. Creo que en ese momento terminamos de entender que era algo histórico.

LEANDRO PALLADINO

El partido con Estados Unidos era decisivo para el cruce de cuartos. Si lo ganábamos, nos quedábamos con el primer lugar del grupo y no jugábamos con los yugoslavos, pero sabíamos que no era fácil el objetivo. Nadie había podido con los NBA. Recuerdo los minutos previos: la charla técnica de Rubén nos hizo creer aunque las chances no eran muchas. Cuando planteaba cómo jugarles, nos empezamos a mirar uno al otro y nos propusimos ganar el partido. Por lo menos intentarlo.

Hicimos la clásica arenga en el pasillo fuera del vestuario. La de ellos fue muy relajada pero nosotros cantamos, saltamos y gritamos. Hasta hubo golpes. Eso nos puso a mil. Los amigos americanos estaban desorientados. Después del primer tiempo queríamos que terminara, pero estaba seguro de que no se nos podía escapar por la dureza mental que teníamos, más allá de que ellos remontaron y se nos acercaron en el resultado. Al final fue increíble la alegría. Entramos al hotel cantando por la escalera mecánica que nos llevaba hacia los ascensores, mientras todos salían al pasillo y nos aplaudían por la victoria. Inolvidable.  

RUBEN WOLKOWYSKI

Fue un partido histórico. Va a ser una de las hazañas más grandes de todos los tiempos en el básquet. Siempre es muy difícil ganarle a Estados Unidos, como se vio ahora en Londres, pero nosotros lo logramos en Indianápolis y después también lo hicimos en Atenas... Se recuerda más la primera, porque llegaba como un equipo imbatible y encima jugaba de local. Además fue muy linda la forma en que les ganamos.

Nosotros salimos a jugar al 100% todos los partidos, poniendo una intensidad tremenda y corriendo como locos, aunque estuvieran los NBA enfrente. Ese día nos dimos cuenta de que el equipo iba por el buen camino para lograr cosas importantes. Haber formado parte de ese grupo fue lo más grande de mi carrera en el básquet, porque nos portamos como una familia y entramos en la historia. Me lo recuerdan en cualquier lugar donde vaya.

RUBEN MAGNANO

Antes de enfrentar a Estados Unidos, hablé con los jugadores y les transmití un concepto: los imposibles cuestan un poco más pero se pueden dar. Eso fue importante para salir a jugar con un equipo que era un mito. También vieron mi predisposición por salir a ganar como siempre aunque todos preguntaban si Argentina iba a jugar al 100% de sus posibilidades pensando en cuidarse para el cruce de cuartos. Uno transmite confianza. Y en la cancha son cinco contra cinco... Los valores de ese equipo son dignos de elogiar. Me llenaron de satisfacción. Me hicieron sentir orgulloso de dirigirlos.

Después del partido hubo algo gracioso. Como fue un resultado tan impactante a nivel mundial, me quedé atendiendo a la prensa y volví caminando al hotel, separado de los jugadores. No pude vivir la recepción que le hicieron todas las delegaciones al equipo. Me lo contaron más tarde... Pero enseguida armamos una reunión para no abandonar nuestro foco, dejar atrás el partido con Estados Unidos y concentrarnos en el cruce con Brasil. Puse una frase en una pizarra para que la leyeran todos: "Ya entramos en la historia. Ahora vamos por la gloria". 


FUENTE OLE.COM.AR

 

   

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